Seguimiento arqueológico

Material hallado en los trabajos de control arqueológico que será entregado al Museo de Menorca tras su restauración.

Arqueología de la guerra: Munición y armamento naval en el puerto de Maó

Los recientes hallazgos arqueológicos durante los trabajos de dragado en el puerto de Mahón no sólo aportan información acerca del comercio y de las relaciones internacionales de la isla con el exterior a lo largo de su devenir histórico. Los enfrentamientos y conflictos bélicos que tuvieron lugar en aguas menorquines, motivados por rivalidades comerciales y políticas internacionales, han dejado su huella en la dársena de Maó.

Entre los siglos XVIII y XIX la isla de Menorca se convirtió en un importante enclave estratégico para el control del Mediterráneo merced a su posición geográfica privilegiada y a las ventajas que ofrecía un puerto amplio y protegido. Estos factores despertaron el interés de las potencias europeas (especialmente, Inglaterra y Francia), que vieron en la isla un emplazamiento ideal para el establecimiento de bases seguras desde las que acceder a los puertos del norte de África para la distribución de sus excedentes comerciales, la expansión de sus modelos culturales y el avituallamiento y protección de sus flotas. Uno de los medios para lograr este “control” marítimo fue el incremento del esfuerzo bélico, que se reflejó especialmente en el desarrollo de las diversas marinas de guerra. Estas nuevas y mejoradas armadas fueron el elemento que permitió que países como Inglaterra y España fuesen capaces de conservar sus grandes imperios territoriales durante tanto tiempo. 

La construcción de estos nuevos y mejorados navíos combinó la robustez en las estructuras con una mejor maniobrabilidad de las mismas, sin perjuicio de su capacidad ofensiva (baterías de cañones, dispuestas en varias cubiertas). La artillería naval, realizada en bronce o hierro, se distribuía en las diferentes cubiertas en función de su calibre y peso (por lo general, las piezas mayores en la zona inferior con el fin de estabilizar el navío).

La variedad de munición empleada en el fuego de artillería era extensa, ya que podía ser empleada en diversos fines. La más común, el proyectil esférico simple de hierro colado, podía tener diverso calibre y su misión era la de traspasar el casco de los buques enemigos. Para hacer frente a estos ataques, muchos navíos acabaron aumentando el grosor de sus cascos, añadiendo un doble forro a los mismos.

Bola de cañon de hierro colado



Dentro de la variedad de piezas de artillería a bordo, podemos encontrar algunas de pequeño calibre: los pedreros y falconetes. Estas piezas, realizadas en hierro, se montaban sobre horquillas instaladas en la borda de los navíos y se empleaban para barrer las cubiertas de los navíos enemigos, disparando balas de metal o de piedra, que les dan su nombre. 

Las balas de piedra hacían las veces de granadas ya que, al impactar contra su objetivo (pero carecer de suficiente resistencia), explotaban en cientos de pequeños fragmentos que funcionaban como metralla, arrasando las cubiertas. También el propio navío funcionaba en este sentido, ya que los impactos sobre el buque desprendían astillas letales para aquellos que se hallaban sobre cubierta.


Bola de cañón de piedra



Los cañones también podían emplear como munición las conocidas palanquetas, cuyo objetivo era destrozar la arboladura (los mástiles, velas y elementos para el manejo de las mismas) de los navíos enemigos, dificultando así sus maniobras y evasión. Estos artilugios consistían en una barra  de hierro con los extremos engrosados de diferentes formas (las españolas, por ejemplo, tenían forma esférica; las francesas, semiesféricas, y las inglesas, de prisma). Una vez disparada, el diseño de la palanqueta la hacía girar sobre sí misma, lo que aumentaba el alcance y radio de acción de la misma. Este tipo de proyectil solía usarse en distancias menores a 400 metros, pues producía mayores estragos y poseía más probabilidad de conseguir un desarbolo.
 

Palanqueta de hierro



La artillería de a bordo no era, sin embargo, el único recurso armamentístico en los combates navales ya que frecuentemente estos finalizaban en abordajes, donde las tripulaciones acababan entablando luchas entre si donde predominaba el cuerpo a cuerpo (y donde las piezas de artillería dejaban de ser útiles).

Para este tipo de combate, los mosquetes eran el arma reglamentaria de la guarnición de infantería de marina y se empleaban normalmente en los abordaje. En estos últimos, los marineros con mejor puntería se apostaban como francotiradores en las cofas de los mástiles, prestos a dar cuenta de la oficialidad enemiga. Fue precisamente uno de estos tiradores quien acabó con la vida del almirante inglés Nelson en el curso de la batalla de Trafalgar, en 1805.

Las características de la munición de mosquete (piezas esféricas de plomo de gran calibre, peso y maleabilidad) unidas a la baja velocidad del proyectil (unos 320 m/s.), hacían que esta arma tuviera un gran poder de detención y que causara heridas terribles, a pesar de su escaso alcance (apenas 100 metros). Además, los bajos niveles higiénicos, la práctica inexistencia de servicios médicos competentes y la inexistencia de antibióticos hacían que cualquier herida resultara peligrosa, por leve que fuera, y que la amputación de miembros sobre la marcha fuera el tratamiento de urgencia usual.

Munición de mosquete


Los infantes de marina estaban también dotados de armas blancas largas y cortas, el sable y la daga (o puñal). A diferencia de la espada, que generalmente se restringía a la oficialidad, el uso del sable requería de menos pericia y resultaba más manejable y ligero. Levemente más corto que la espada (unos 60 cm) y de mayor peso, el sable de abordaje poseía un solo filo por lo que su manejo se basaba en asestar golpes con ángulos abiertos, aprovechando el peso del usuario y el del arma. Tanto el sable como la espada estaban dotados de una cazoleta que protegía la empuñadura de golpes y cortes durante su manejo. A diferencia de la espada, su diseño no se basaba en la idea de atravesar sino de cortar y lacerar, dejando inútil al oponente.
Empuñadura de sable de abordaje



Aunque todas las Armadas diseñaron su propio armamento naval, algunas armas fueron tan conocidas y populares por su eficacia que se acabaron, tal y como sucede hoy en día, copiando y, en algunos casos, incorporando a pesar de su procedencia.
 

La evolución de la cerámica a la sal, a través de los restos materiales del dragado de Maó

La cerámica a la sal, también llamada gres, se conoce en el mundo anglosajón como Stoneware. Esta técnica se descubre en la cuenca del Rhin a finales del siglo XIV, y consiste en la adición de sal durante el proceso de cocción a altas temperaturas, lo que le proporciona a la pasta una gran dureza.

Gracias al descubrimiento de esta técnica surgirán diversos tipos cerámicos de uso cotidiano, que se extenderán desde la cuenca del Rhin al norte de Europa y de allí al resto del mundo.

Una de las formas de más características de las primeras producciones renanas durante el siglo XVI fueron los llamados Bellaminos. Botellas contenedoras de diversos líquidos, sobre todo licores, de cuerpo globular cuya característica más destacada es una representación de un rostro barbudo (Bartmankrüge o Bearman Jugs). Estre rostro es una caricaturización de la faz del cardenal Belarmino, uno de los líderes de la Contrarreforma e inquisidor conocido con el sobrenombre de "El martillo de los herejes". Este cardenal dirigió entre otros el proceso inquisitorial que llevó a Giordano Bruno a la hoguera, y el que hizo que Galileo se retractara públicamente de sus teorías astronómicas.

1. Bellarmine Jug. 1550-1625. Procedente de Renania.


Otro centro productor germano que despunta a partir del siglo XVII es el de Westerwald. Su gres se caracteriza por tener la pasta blanca y estar decorado. Las formas más antiguas presentan una decoración azul cobalto sobre motivos florales y geométricos estampados. Mientras que las más recientes combinan estos motivos con manganeso (púrpura).

2. Sopera 1650-1725. Originaria de Westerwald

En Inglaterra esta técnica se desarrolla a gran escala a partir del S.XVIII. Destacan por su calidad las producciones realizadas en Staffordshire, donde se empiezan a elaborar nuevas formas en especial abiertas: platos, fuentes, etc.

3. Glazed Stoneware 1740-1775. Producidas en Staffordshire.


En el resto de Europa la técnica del gres se adoptará, sobre todo a partir del S.XIX estos se aprecia en el registro material hallado en el puerto de Maó, donde hemos estraído gran variedad de formas de procedencia diversa.

4. Diversas formas de Stoneware rescatadas durante el dragado.

Durante el S. XIX este tipo de cerámica comenzará a ser usada en Holanda como contenderos de Gin, y destacarán centros productores como Schiedam y Rotterdam. Este contenedor al que conocemos como caneco, tiene una forma característica: cuerpo cilíndrico, una asita circular en el extremo superior y boca cosrta pequeña. Esta forma junto con su contenido, fue introducida en Menorca por los ingleses en sus sucesivas dominaciones de la isla. La tradición hace que se mantenga en uso esta forma como apreciamos en los contenedores de Gin de las destilerias Xoriguer.

5. Botella de Gin que se inspira en los canecos del siglo XIX.

Las Ánforas del Port de Maó

Los trabajos de seguimiento del dragado siguen dando sus resultados. La variedad de las piezas recuperadas es una muestra de la importancia de Maó como enclave marítimo y comercial a lo largo de la história.

El comercio romano regó las costas e islas del Mediterráneo durante la antigüedad, por ello no es de extrañar que las Islas Baleares y, dentro de ellas, Menorca, jugaran un papel estratégico importante. La conquista romana de Menorca data de 123 a.C. por el cónsul Q. Caecilius Matellus en nombre de la república romana según las fuentes escritas antiguas. Uno de los principales motivos fue a causa de los recurrentes ataques piráticos sufridos por las embarcaciones que recuentaban las rutas comerciales del Mediterráneo Occidental, conectado, desde la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.), Hispania con Roma. A este motivo se suma la importancia estratégica de las Islas Baleares en un contexto comercial pujante y al alza, dentro de la configuración del Mare Nostrum.

Ánfora tipo Dressel 2-4.

Las ánforas son protagonistas por excelencia del comercio marítimo romano, pudiendo entenderse como el estandarte del mismo. Las diferentes variedades y tipologías están vinculadas al producto que transportan y almacenan, transportando principalmente vino, salazones y aceite, aunque también están vinculadas a las variantes de producción local, expresadas en su morfología o materia prima.

Ánfora tipo Dressel 20.

En un principio, durante época republicana, la metrópolis sería la encargada de suministrar y exportar productos por las vías marítimas. Dentro de un proceso de expansión, los nuevos territorios absorbidos por Roma entrarían en un proceso de asimilación de la cultura itálica o como es el caso de Menorca de aculturación de las culturas indígenas talayóticas. Asimismo este proceso incluiría la utilización e imitación de la cultura material empleada para el comercio marítimo. Los fragmentos de ánfora recuperados pertenecientes a esta época (s. II-I a.C.) son varios y demuestran la dínámica comercial que existía en el puerto incluso antes de ser conquistada.

Ánfora tipo Ramón PE 25 (Isla de Ibiza).
Durante el esplendor del imperio romano (s. I a.C. - s. II d.C.) los cauces comerciales marítimos cambiarían de rumbo y serían ahora las provincias, ricas en productos básicos y de lujo, quienes abastecerían la gran metrópolis y el resto de la península itálica. Gran ejemplo de ello es la provincia de Hispania con grandes producciones de vino y aceite, que cuenta con un gran abanico de tipologías anfóricas propias y multitud de puntos de producción e intercambio comercial a lo largo de sus costas e islas. Son varias las piezas significativas halladas durante el seguimiento, las cuales muestran el intenso tráfico maritimo entre las rutas que conectan el Mediterráneo Occidental y Central.

Ánfora tipo Beltrán IIB

El inicio de la decadencia (s. III d.C.) y largo desgaste del imperio (s. IV-VI d.C) supone un cambio drástico tanto en las producciones como interacción del tráfico marítimo en todo el mundo romano. Las producciones anfóricas de las provincias clásicas cederían paso a las producciones africanas, que ya tomaban protagonismo a finales del siglo II d.C., prolongándose hasta época vándala.

Ánfora tipo Dressel 23
Las ánforas se convierten en un reflejo de esta evolución del comercio romano en el Mediterráneo, aportándonos toda clase de datos cronológicos, culturales, económicos, etc., que nos ayudan a reconstruir la história de la Menorca antigua.

Ánfora tipo Late Roman I.

Lozas Estanníferas Españolas del Siglo XVI


Entre los materiales documentados en el dragado de Maó, destacan producciones españolas del siglo XVI, que inundaron los mercados de la Península y del Nuevo Mundo.
La respuesta de la corona española tras el ataque y saqueo turco de principios de siglo del puerto de Maó, no se hizo esperar. Felipe II ordena la construcción en la bocana del puerto del castillo de San Felipe, un castillo con baluartes para poder defenderse de la artillería de la época. Esta política de rearmar el punto más oriental de las posesiones peninsulares provocó un renacimiento demográfico y comercial en la isla en las siguientes décadas.
Este renacer de la isla de Menorca se refleja en la variedad de producciones cerámicas de época localizadas durante el control arqueológico de las labores de dragado.

Las piezas que presentamos tienen en común que se cubren con blanco estannífero. Las formas más habituales son las escudillas y los platos. Los centros productores más importantes en este tipo de cerámica durante el siglo XVI fueron Sevilla, Toledo y Talavera de la Reina.

Destacamos tres producciones muy comunes en la época: Columbia Plain (Sevilla y Toledo), Serie Mariposas (Talavera) y Santo Domingo Blue on White (Sevilla). Dos de las producciones deben sus nombres a que la clasificación de las mismas se realizó al otro lado del Atlántico.

Escudilla serie Columbia Plain

La loza conocida como Columbia Plain la componen platos y escudillas. Son típicas de finales del siglo XV y principios del siglo XVI, aunque su producción llegará hasta mediados del siglo XVII. Las escudillas se caracterizan por una carena exterior marcada y el pie anular en la base. Se comercializaba en la época para el uso de las clases modestas de la época en los centros urbanos peninsulares y americanos.

Plato Serie Mariposas.

 La serie más conocida de Talavera durante el siglo XVI es la conocida como Serie de Mariposas. Toma este nombre por los motivos centrales de sus platos, el més frecuente el de mariposas; pero también abundan los pájaros, leones, flores, etc. Las decoraciones de azul sobre blanco se encuentran enmarcados por círculos concéntricos que se disponen en el ala y/o en el fondo. La forma más común son los platos.

Plato serie Domingo Blue on White.
A partir de la segunda mitad del siglo XVI aparece la serie Santo Domingo Blue on White (que sustituye en los alfares sevillanos a las series Yayal Blue on White e Isabella polychrome). Suelen presentar decoraciones en azul tipo medallones rodeados por elementos florales, geométricos o naturistas; rodeados por círculos concéntricos que recuerdan a la serie Yayal.

Importaciones italianas de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII


La situación estratégica en general de la isla de Menorca para el comercio naval a lo largo de la historia, y el refugio natural que representa la ría de Máo en particular, se ve reflejado en los fondos de su puerto a través de las numerosas producciones de cerámicas recuperadas hasta el día de hoy en los trabajos de dragado.

Entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII destacanlas producciones italianas procedentes de Pisa. Italia es el principal país exportador para este periodo; las cerámicas valencianas, que hasta el momento habían dominado el mercado mediterráneo, entran a lo largo del siglo XVI en pleno declive, debido a los continuos conflictos bélicos en los que está inmersa España. Este vacío lo saben aprovechar los comerciantes italianos para llenar los puertos europeos con sus productos.

El comercio de los productos italianos necesita de puertos de escala para sus buques. Maó se convierte así en uno de los puertos esenciales para su distribución, ya que es punto de reabastecimiento de víveres y agua.

Las producciones pisanas documentadas en los trabajos arqueológicos son las de tipo marmorizzatta y graffito

Cerámica tipo marmorizzatta

La cerámica tipo marmorizzatta se caracteriza por una decoración sobre esmalte blanco de dos o mas colores haciendo aguas, esto se consigue haciendo una mezcla de éstos cuando están bastante líquidos, recreando una decoración que recuerda el mármol (de ahí su nombre). Al exterior se recubre con un melado casi transparente. Las formas más frecuentes son las abiertas: platos y fuentes.

Cerámica tipo graffito monocroma. Plato.

La cerámica tipo graffito siempre aparece asociada a la cerámica marmorizzatta (el precio de la Ballenera, Algueciras, es uno de esos claros ejemplos). La técnica se consigue con un punzón fino antes de la cocción de las piezas, y los motivos más frecuentes son los florales y geométricos concéntricos. Hay dos tipos de producciones que se documentan en el puerto de Máo, las policromas (con verdes y amarillos sobre esmalte blanco) y las monocromas (con vedrío melado amarillento).

Cerámica tipo graffito polícroma. Plato.

Loza francesa de mediados del XIX


Durante la primera mitad del siglo XIX se pone de moda en toda Europa la cerámica inglesa tipo transferware. En 1831 David Johnston se establece en Burdeos, Bacalan, Para producir imitaciones en Francia. En 1845 la fábrica bajo la dirección de Lules Viellard se expande con gran éxito entre la burguesía europea. Desde el puerto de Burdeos comienza la exportación de sus productos hacía los puertos del Mediterráneo.

Los motivos florales en azul sobre blanco enmarcando escenas de tipo romántico son típicos de las decoraciones usadas a mediados del siglo XIX.



El sello de esta pieza, hallada en el puerto de Maó durante los trabajos arqueológicos realizados durante el transcurso del dragado, representa tres lunas crecientes entrelazadas que simpolizan el blasón del Puerto de la Luna de Burdeos. Este sello es empleado en las cerámicas producidas desde 1845 hasta 1865, fecha en que ésta pasa a manos del hijo de Jules Vieillard.


Esta pieza es representativa de la ruta comercial maritima establecida entre los puertos de Burdeos, Marsella y las colonias norteafricanas francesas durante el siglo XIX. En esta ruta el puerto de Máo era una de las escalas obligatorias para el avituallamiento de los buques.